La correcta expresión no
solo en redes sociales, sino en la vida real -la del apretón de manos y la
mirada franca- es fundamental para comunicarse de manera efectiva. Más si se
busca lograr un objetivo como emprendedor o quizá como un soñador con grandes planes.
Bien lo dice Rafael
Cadenas en su maravillosa obra En torno
al lenguaje que “el lenguaje actúa sobre el tenor de nuestro vivir, y ya
eso es suficiente para apreciar su gravitante poder.” Todo lo que nos circunda
está hecho de palabras, de mensajes que buscan motivar, convencer, persuadir.
Algunos conmueven en la justa selección de sustantivos y verbos, y logran que
cambiemos de punto de vista, incluso de ideales en un momento dado.
Empoderamos
a alguien por el contenido de su decir. Con la lengua expresamos
nuestro ser, pero también nuestro parecer. Nos hacemos cómplices o nos
devenimos en testigos. Con nuestro idioma
apelamos al sentido de patria, al valor de la empatía, a la solidaridad entre
adjetivos poco grandilocuentes. En él hablamos de amor, confesamos nuestras
penas, nos declaramos perdidos o nos elevamos irredentos ante una causa justa. Es
desde nuestra lengua madre como nos acercamos al mundo y lo renombramos para
hacerlo más vivible con las frases precisas que develan nuestra esencia.
Decía
el filósofo inglés Ludwing Wittgenstein que “los límites de mi lenguaje son los
límites de mi mundo”, es la realidad que describo en palabras y puede no ser la verdad real para otros, sin embargo
es la que creemos y creamos para sí mismos.
El
lenguaje nos hace humanos, la lengua nos une a iguales, sintonizados con lo que
conocemos como valores, enlazados con principios y hermanados por derechos que
nos protegen del desamparo. Si con
la lengua podemos dar lo mejor de nosotros, que sea entonces un instrumento que
se exprese pulcro, que dé un mensaje certero. Si llevamos adelante un proyecto
de vida, si emprendemos en una idea, que las palabras sean precisas para
mostrar lo confiable de eso que producimos, de aquello que ofrecemos como
servicio, de eso que nos hace únicos
como marca personal, si así fuese el caso.
Enfocarse
en la expresión solo puede abrirnos puertas. Cuando pensamos sobre lo que
deseamos decir las oportunidades de logro son mayores. ¿Qué deseo comunicar?
¿Cómo debería decirlo? ¿Cuánta palabra cuidada de significado bien expresado
debo seleccionar para que mi mensaje cale, mueva a mi audiencia? Si estás en el
mundo del mercadeo, la publicidad, los negocios, esas preguntas gravitan –o
deben hacerlo- con regularidad.
¿Pero
cómo nos llenamos de buenas palabras?
¡Leyendo! No hay otro recurso para la comunicación efectiva que ese. Desde las
palabras embellecidas de la literatura hasta los libros de expertos en nuestra
área de interés. Leer a los que saben más, indagar sobre las mejores prácticas
en nuestro mercado.
Con la
lengua paladeamos mejor el mundo de las palabras. Bien decir, ese es el lema de
los que amamos comunicar.
¿Cómo
te expresas tú?