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octubre 27, 2010

RAL

Hubo un bigote con personalidad que quería convertirse en mostacho. Ser alfombra, césped, selva. Crecer hasta ocupar la cara del sujeto que lo portaba con mínima dignidad: una liniecilla apenas de hebritas hirsutas. Hasta que el hado cruel, bajo una nube espesa y fragante, tomó una navaja y lo dejó sin mayor aspiración.