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mayo 20, 2010

De una carta llamada Melancolía

Un día cualquiera me olvidó. Recordó acaso mis ojos, mi sonrisa, el lugar donde comimos. Esa noche última pasó mi nombre al lugar de los olvidos donde las largas ausencias se aposentan cómodas. Un día cualquiera entré en su pasado. Salió espontáneo,casi imperceptible. Las frases inacabadas, los adioses a destiempo. Todo entró en el viejo cajón de la buhardilla apretado y sin orden. Se llenaron de polvo todas las cosas que tuvimos. Salieron las suyas, las mías. Por la ventana del olvido volaron las nuestras. Quedó tan sólo una fotografía borrosa de mi cara, con la muerte que da el olvido a lo lejano, a lo amado alguna vez.
Agosto 1996