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junio 08, 2010

Glamour con G mayúscula

Llega callada al salón. Su presencia casi es imperceptible si no fuera por sus imprudentes tacones. Tac, tac, tac, tac. Se sienta. Alza la mirada. Ve a la profesora tímidamente. Saca de su bolsón –porque eso no es una cartera- un estuche de lentes, una libreta verde con flores y un bolígrafo de esos olvidados por alguien en algún banco comercial. Él la mira. La ha estado observando desde hace 3 semanas. Nunca han cruzado las miradas. Ni siquiera un epa tonto de pasada. Él me contaría luego que siempre la adivina justo antes de llegar ella al umbral de la puerta: fragancia francesa, memoria sensorial de un antiguo gusto por los jazmines y la madera.
Adela no es fácil me comenta mirándome directo a los ojos. He intentado abordarla en el estacionamiento. Tú sabes, con aquello de ¿te doy la cola? ¿Sabes? Reitera como si yo fuese una visitante de otra galaxia. Asiento con la cabeza mientras sorbo grosera mi marrón cargado de una tarde más, tontamente gastada en mi amigo, el modelo. ¿Okey, pero cuál es el interés en la bailaora?, pregunto fastidiada por el oficio impúdico de hacer preguntas. ¿La bailaora?, me dice poniendo cara de olor a flato. Querido… comienzo a responder alargando el reprimido "tarado-no-te-soporto”: ¿el taconeo, pisar fuerte, ruido? ¿Sabes? ¿Conectas las ideas o no hay sinapsis todavía?, escupiendo la ironía densamente en el último sorbo de mi taza. De repente alarga su mano y me agarra del mentón. ¡Eres in-so-por-table!, dice como conteo silábico desplegando esa hilera de recién blanqueada línea blanca. ¡Nadie te soporta!, remata con una carcajada contenida en el glamour del Arábica. Bueno mi interés es…¡que no puedo con ella, tan rico que huele! ¿Y cómo no puede ponerle tapitas a esos tacones? Es que tengo que decírselo cuanto antes, o de lo contrario me botarán de la universidad por asesinato en primer grado.
Carlos Manuel siempre ha sido así: un chico divino, bien dotado por la naturaleza, estupendo en sus 1,92 de estatura, 84 kilogramos de peso distribuido en magnífica cabeza, hermoso tronco y musculosas extremidades, pero un simple maricón sometido por el buen gusto.