-

-

agosto 09, 2010

¿Embeleso?

Guillermo tiene los ojos almendrados. Pareciera que una línea muy delgada, negra-grisácea, estuviera dibujada bajo su párpado inferior. Sus pestañas son abundantes. Junto a la nariz respingada, los labios discretos y el cabello entrecano, conforman una fisonomía atractiva a juicio de Elisa.
Elisa mira a Guillermo. Su mirada no le dice nada. Ella reconoce las miradas. Es podría decirse una mirona de oficio. Pero los ojos de él no le dicen nada. Su voz y su discurso, sin embargo, son muy estimulantes.
Guillermo es un escritor, inteligente y perspicaz. Está dando una conferencia en la librería de moda. Está sentado en el poyo de una gran ventana. A sus espaldas, una mata de mango exuberante pareciera cobijarlo. Frente a él una mesa a la altura de su cintura. Una copa con agua. Un micrófono. Su disertación parte de la Grecia de Platón y aterriza en estas calles intolerantes del país. Habla de libertad y de felicidad.
Elisa está en primera fila. Escucha y observa atentamente. Guillermo viste una chaqueta de terciopelo, una camisa a rayas abierta hasta el segundo botón; el asomo de una franela blanca pegada al cuello; unos jeans holgados y un par de zapatos marrones. Elisa desde su silla le observa las medias. ¿Son negras o marrón oscuro?, se pregunta, como si eso fuera importante.
Guillermo hace un paneo a la audiencia, sonríe, mientras continúa con su idea sobre la decadencia de Occidente. Brevemente mira a Elisa. Un escritor guapo, inteligente, interesante, pero sin carisma. Nada, no siento nada. Lástima, y yo que quería sentirme subyugada, asevera Elisa para sus adentros.