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agosto 17, 2010

Inconsciente colectivo

Mientras Silvio sueña con serpientes, Andrea y Patricia recurren a las mismas pesadillas. Se encuentran en ellas y juntas corren despavoridas hasta una casucha, en un tormento de escaleras, podredumbre y hediondez. Andrea dice que ese sitio huele mal en sus sueños, que ese lugar de temores repetidos es cañería tapada, carne descompuesta. Por su parte, Patricia lo sueña en Technicolor: con paredes tan grises como el dolor y techos rojizos con herrumbre de viejas manchas de sangre. El piso empolva los días de marrones gusanos y oscurísimas cucarachas. El verde dice que se ve solamente en los cerros de enfrente, más allá de una autopista desierta.
Ambas se despiertan sudorosas entre sus camas mullidas. Ambas son afortunadas de sobresaltarse solamente por una creación de sus mentes inconscientes. Reconocen sus miedos malviviendo entre sus conversaciones existencialistas, y siempre hay buenos días por venir.
¡Qué horror! Cómo pueden vivir así
Otros, en cambio, viven en una continua pesadilla, se juegan la vida desde la avenida principal hasta llegar a sus cuatro paredes de latón o aglomerado. Sueñan en las noches con casas de jardines multicolores, con vehículos que los trasladan a vías despreocupadas, con vidas imposibles entre sus balas perdidas, abastos de tres por locha y maleantes husmeando sus carnes.
Mamá que sueño más raro tuve… Soñaba que era feliz.