-

-

septiembre 08, 2010

"El puente se va a caer"

―Es que tú quieres ser el centro de atención― dijo Matilde con ese sarcasmo ramplón tomando la tetera del gabinete inferior, destapándola y llenando su interior con agua del grifo. El agua comenzó a subir hasta que alcanzó el borde de tres pequeños orificios de la vieja y roja vasija. ―Siempre te crees la más interesante―continuó la espigada hermana sin ver siquiera la expresión de Eloísa. Matilde acostumbraba soltar dardos cuando algo la había molestado mucho. Tapó la tetera y la llevó a la hornilla encendiéndola de inmediato. Para ella su hermana había cometido una infracción en el código de ética de la amistad.
―Es cierto…no lo negaré― comenzó a responder Eloísa― pero, ¿te has dado cuenta cuántas veces me arropo de silencios?― expresó lacónica mirando fijamente los ojos de su hermana que ahora la veía inexpresiva. ―Seguramente recuerdas algunos momentos…―suspiró mientras se sentaba en el taburete verde frente al lavaplatos. ― A mí me gusta escuchar, no lo olvides ―indicó Eloísa casi como una advertencia― es decir, oír con atención aquello que deseo, aquello que necesito oír. No tonterías casi adolescentes, comentarios sin propósito.
―Pero bueno niña ¿cuál propósito?―interrumpió groseramente Matilde que estaba por tomar el par de bolsitas para hacer el té.― ¡Es pasarla bien y ya… qué fastidio contigo!― Rasgó los empaques y los arrojó a un lado del mesón. ―¡Tú y tus pendejadas!― remató furiosa colocándose de frente a Eloísa que se cruzaba de brazos como resignada. ―Es decir algo agradable, ― continuó Matilde regañándola― comprensivo, ¡coño… amistoso Isa!... ¿te costaba mucho? ―preguntaba cerrando su puño izquierdo con fuerza.
―Para mí en este período de mi vida ―comenzó su discurso Eloísa, ―ya he superado muchas cosas, que no tengo que traerlas a colación ahora― dijo hablando en un tono casi condescendiente con su hermana mayor, parada en mitad de la cocina.―Estar con unas amigas, compartir nuestras afinidades, regocijarnos con nuestros proyectos, angustiarnos con nuestros compromisos profesionales, es lo importante ―haciendo una marcada inflexión en el artículo determinativo, a la vez que erguía su espalda como quien se estira por una mala posición. Matilde prefirió a esta altura del monólogo recostarse de la nevera―Yo sé que hay que apoyar la situación que está viviendo Cristina―seguía Eloísa, pero hay que estar claras… que lleve dos meses y todavía no tenga sexo con el carajo a mí poco me interesa oírlo… Yo fui a esa reunión a hablar de literatura, ultimadamente.