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enero 23, 2011

Sigo sin comprender

―No creo en esas vainas, chama, la verdad― respondía Analí sonriendo con cierta displicencia. No era de cuestionarla, llevaba alrededor de 15 minutos escuchando las verdades apocalípticas de Irene, y todavía le quedaba algún mohincito cordial por allí. Me veía de reojo y volteaba la cara arqueando la ceja izquierda. Irene no se percataba del gesto, bebía su chocolate como para recargar argumentos. A Analí el fanatismo religioso de Irene no le ha significado nunca un problema, igual que para mí, pero de verdad, escucharla predicando en una terraza de café francés, a las 5 de la tarde, no era muy alentador. Estábamos esperando a Vicky, que como siempre estaba retrasada, razón que hoy, aún más, a Analí le molestaba. Yo, paciente, tratando de buscarle la lógica a las palabras de Irene. Sigo perdida aún, me confieso.
Irene es una creyente casi hasta el paroxismo de lo que ella expresa “está llegando o está por venir”, alusiones a los signos que se están presentando, Irene dixit. Analí siempre expresa que cada loco con su Dios y, la loca, de turno al habla, no paraba en las ejemplificaciones sobre violencia, furia de la naturaleza y demás hecatombes todas pronosticadas –de acuerdo a su interpretación- en las sagradas escrituras. Que una suerte de eventos sucedan de manera casual (¿causal quizá?) en varios países a la vez, es simple coincidencia. Insisto… me perdí en el Apocalipsis now.