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abril 24, 2011

Tétricus

Entró sin mayor sorpresa. La iglesia de sus recuerdos, lúgubre y tenebrosa, ahora parecía quedar solo en su pasado. Hoy, atiborrada y repleta de infieles sudorosos, era una simple estructura de estuco derruido y descoloridos óleos. No podía ya aterrarla. No obstante, rezó para salvarla. Se arrodilló en un banco disponible en la nave central. Su alma estaba en paz. Esta apenas era un esqueleto de fe. El presbiterio con impresiones a gran formato y pequeños bombillos suplantando a la sucesión de llamitas danzantes. Puro armatoste con flores baratas. La iglesia venida a menos.
Desde la puerta de salida volteó y como Lot, vio desmoronarse sus miedos. La luz del sol entraba sigilosa y le llegaba a los tobillos.
No volvería jamás.