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julio 03, 2011

Al menos tiene cinco historias que contar, pero no sabe cómo empezar. No es nada serio, ni siquiera es algo digno de referir. Está seca, desprovista de palabras. Desnuda.
Toma sus mantras musicales de siempre –tal vez ese sea el problema-, los escucha y nada sucede. El ruido alrededor, el sonido de nada; se lleva las manos a la cara. No tiene caso. Está desierta. Dos conversaciones le tienen la mente ocupada. La inspiración solo se lee en blog ajeno. ¿Cómo se recupera el deseo de escribir? ¿Tal vez es tan lugar común, tan ejercicio insignificante, tanta majadería del ego?
Los monosílabos sirven como respuesta. Creo.