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febrero 21, 2012

Intentos en micro (1) / Derrida

La duda infinita se había instalado hacía una hora. No consiguió habitación doble. Pagó con cheque posdatado. El regente dijo que su letra era nerviosa. Iba sola y quedó en almorzar apenas se despertara del ensueño. -Abajo se le atravesará el palillero, de seguro Heidegger le invitará un café con sal, de manera repetitiva, ¿no lo crees Arístocles?, dijo Sancho.