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agosto 16, 2013

A la víbora de la mar

Hemos nacido algunos para creer en ilusiones. Ciertos buenos de espíritu hemos abierto los ojos para suspirar hondamente por quimeras y unicornios. Soñamos en colores y damos vuelta a los sabores en nuestros ojos. Nos topamos con sonrisas en paredes y devolvemos abrazos a árboles en otoño.
Somos una raza de estereotipos vencidos. Una estirpe de creadores de sueños con textura de terciopelo. Unos ilusos que vamos al descuido regalando apretones de manos en la sostenido. 
¿Cómo han podido sobrevivir en estos tiempos? podría inquirir alguien con sospechas eficaces. ¿Cómo no se han muerto por sus voraces anhelos de felicidad?, ha dicho aquel con sorna noble. ¡Comeflores nefastos!, ha espetado un cuadriculado hombre de ideas tendenciosas.
Sí, una casta de abedules que sueña con ser sargazos. Sí, un linaje de seres vibrátiles que viven tras su reflejo.
¡Enhorabuena cíclopes, aquí los esperamos!