No es un buen momento para escribir (o quizá sí)... Hay riesgos de lugares comunes, verdades de perogrullo, clichés y un rosario de cuentas que todos los que desamamos hemos sufrido desde el comienzo mismo de las historias de amor y rupturas.
Airear las penas, hacerlas conscientes y públicas, eso significa escribir cuando estamos heridos. En el siglo pasado, más atrás en el Medioevo, ¡y qué viene al caso! Ya otros han escrito esquelas melodramáticas, cartas lapidarias y cursis, panfletos con corazones atravesados y todo suena tan familiar y tan ridículo.
Terminar y qué, miles lo han hecho. Sí, pero duele y es recurrente y es torpeza y es un más de lo mismo, una burla hacia nosotros, los sufrientes. Ya lo he dicho, nos perdemos en la tontería de sentir lo que otros han pasado ya. Es poca la original en el desamor.