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agosto 17, 2014

Reconciliación

Hay días cuando la máscara de felicidad sentimos que se resquebraja. La cara real, esa que mantenemos oculta de las miradas curiosas, esa de la decepción perenne, parece hincharse, hacer fuerza para salir, romper la cobertura de mentira e intentar, con fuerza y decisión, darse a conocer.
Así la máscara con comisuras elevadas y mirada brillante va cuarteándose. Cada línea bella se parte en miles de quiebres, se van los colores vivos y relucientes y tras las partiduras, aparece una faz tan bonita como extraña. Sus marcas de tristeza se entreveran con sus cicatrices de desamor y ya no importa si la ven mustia o desarreglada o con ojeras y ojos llorones. Eso es, una cara que se enfrenta a sí misma, que no necesita espejo, que se reconcilia con sus verdades.