El
castillo está tras una espesa vegetación. El bosque lo mantiene semioculto, pero
al traspasar los límites de las encinas, se desborda ante la luz del mediodía,
esa estructura donde ella yace, como la primavera, a la espera de su iniciativa
de empezar un gran amor. No puede soportarlo, su nodriza le ha hecho ver que su
impulso no debe ser agresivo, pero su optimismo es una pócima estimulante. Su
corazón se derrite con solo pensar en el auténtico amor. Su naturaleza rebelde
es tan fuerte que la única forma de hacerla entrar en razón es apelando a su
sentido de justicia. Ella deberá ganar el torneo, como si invocara a Marte.
Ella es posesiva, sumamente apasionada. Los juegos
comenzarán en una semana y vendrán invitados de todas las comarcas. Ella
insiste que va a ser la número uno en todo. Ha aprendido a tejer
primorosamente, está intentando sacarle melodías al arpa de su madre y su voz
la prepara con un brebaje de hierbas y miel que le da su criada. Será el trofeo
mejor. Alberga dentro de sí la ilusión de encontrarse con su héroe
resplandeciente que conquistará el mundo para ella, allende los mares.
Ya ha elegido pareja, lo ha visto en un par de
ocasiones, han cruzado miradas y alguna conversación se ha deslizado entre
pañuelos caídos y sortijas entregadas. Su amor lo declarará directa y sencillamente
como quien degüella un carnero para un festín.
(Serie Astrología)
(Serie Astrología)