-

-

mayo 29, 2015

Libra

Su oficio le permitía pagar los tributos a su señor. Trasegaba agua del pozo y la llevaba a los talleres de panaderos y herreros. Al comienzo sus cuencos eran enormes y ya había comenzado a sufrir su baja espalda. Luego hizo unos cambios y se quedó con dos cubetas de buen tamaño que no afectaban su desplazamiento constante. Diligente, iba del pozo a la plaza conversando con artesanos y comerciantes. Hasta que se dio cuenta que siempre estaba invitado, sin querer, a solucionar los entuertos de sus interlocutores. Allí entendió que tenía una habilidad: escuchaba y con atención moderaba cada argumento emitido dentro de una discusión. Por un momento pensó que le sería más fácil cobrar por dar consejos que por llevar agua, pues muchos agradecidos le daban una moneda a cambio de sus dictámenes. Pero también había otros que, testigos de la reyerta, apostaban a él para constatar sus buenos oficios. Le aseguraban cuando lo veían venir que iba ser poco capaz de resolver una disputa y así, lo desafiaban a mejorar cada vez su técnica de dar con el veredicto justo, y le pagaban por ello.

Sucedió entonces que el aguador imparcial empezó a cambiar. De ser un hombre risueño y cortés en un momento, estaba terco y resentido al otro. Había perdido algunos juicios porque había comenzado a titubear entre lo correcto o lo incorrecto, lo conveniente o lo inoportuno. Había perdido la emoción de debatir.  Fue así que escapándose de sí mismo, y de sus propias críticas, decidió retomar su oficio seguro: solo llevar agua del pozo a la plaza.
(Serie Astrología)