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junio 11, 2015

Leo

El laúd habla, no menos que ese fuego que lo eleva por sobre las melodías. Está repleto de brillantes ideas, sonoridades que nunca antes habrán escuchado, -y si así fuere-, nunca tan subyugantes como las de su garganta trovadora. Un atrevido de la vida. Nada puede interponerse entre su deseo y la certeza de conseguirlo. ¡Feliz de darse! ¡Feliz de saberse único y reconocido! Aprende, sobre todo de sí mismo. Todo se centra en el amor propio. Es un asunto de hacer una labor social, de hacer algo importante para que reconozcan su valor. Es simple.
Su rugido de emoción, es ronroneo al ego. La plaza se llena, las beldades alrededor suspiran. Enseña su don. Ilustra su talento. Es un visionario. Vendrán otras latitudes, otros escenarios, pero no hay apuro, la gloria siempre le da acogida en su lar, y él respira profundo. ¡Este bendito de los dioses es oro puro!
Contarán las leyendas de su fiereza ante los retos. Se harán historias de su ardor. Solo una reina ocupara su reducto, aquella que sea espejo de su brillo. Arriba, el Sol ha regalado suficiente tesón para obtener lo que desea. Sus pasos son seguros. Para él, son importantes los títulos y el reconocimiento, además de la satisfacción por la misión cumplida, sin dejar de mencionar sus anhelos de dejar huella para la posteridad. ¡Aplaudan, hay más todavía!

(Serie Astrología)