El laúd
habla, no menos que ese fuego que lo eleva por sobre las melodías. Está repleto
de brillantes ideas, sonoridades que nunca antes habrán escuchado, -y si así
fuere-, nunca tan subyugantes como las de su garganta trovadora. Un atrevido de
la vida. Nada puede interponerse entre su deseo y la certeza de conseguirlo.
¡Feliz de darse! ¡Feliz de saberse único y reconocido! Aprende, sobre todo de
sí mismo. Todo se centra en el amor propio. Es un asunto de hacer una labor
social, de hacer algo importante para que reconozcan su valor. Es simple.
Su
rugido de emoción, es ronroneo al ego. La plaza se llena, las beldades
alrededor suspiran. Enseña su don. Ilustra su talento. Es un visionario.
Vendrán otras latitudes, otros escenarios, pero no hay apuro, la gloria siempre
le da acogida en su lar, y él respira profundo. ¡Este bendito de los dioses es
oro puro!
Contarán las leyendas
de su fiereza ante los retos. Se harán historias de su ardor. Solo una reina
ocupara su reducto, aquella que sea espejo de su brillo. Arriba, el Sol ha
regalado suficiente tesón para obtener lo que desea. Sus pasos son seguros. Para él, son
importantes los títulos y el reconocimiento, además de la satisfacción por la
misión cumplida, sin dejar de mencionar sus anhelos de dejar huella para la
posteridad. ¡Aplaudan, hay más todavía!(Serie Astrología)