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noviembre 11, 2015

¿Facebook, el voyeur?

El muro de Facebook, a mi juicio, es como una cartelera. De esas de la semana del colegio o la del condominio, o incluso, la de institución de salud pública.

Es una exhibición sentimental, es un expresionismo a grandes trazos y, muchas veces, tiene la menudencia de una emoción puntillista, detallada, recargada cuando se ve de cerca. No sé, pero esas declaraciones enormes de un amor inmenso, de un sentimiento magnífico y grandilocuente no me lo creo. 
Y es muy raro esto, porque me considero alguien sensible, pero hay algo de este invento del amigable Mark que a mí me sabe a edulcorante, percibo desde la máscara, escucho desde la palabra filtrada. Y aquí entro en duda. Caigo en cuenta que soy yo que estoy enmascarada y cursi. Me detengo y releo mis emociones contenidas en esa larga sábana blanca. Me veo diciendo la mitad, no, ¡qué digo!, digo apenas unos segmentos cortísimos de lo que de verdad siento. ¿Y esa contención porqué? 

Me interrogo, me confronto frente a mi reflejo, me acuesto en el diván virtual, y las respuestas son muecas, alzada de hombros, silencio. 

Exponerme, abrir el corazón de par en par... 

El miedo a ser auténticos (pero vamos... ¿qué significa de verdad eso?, me dice esa vocecita incómoda) es una emoción extraña y, a la vez, un sentimiento bizarro, espléndido para manipularnos a nosotros mismos. Ondeamos la bandera de la carita feliz y le decimos al mundo que estamos así: con 17 músculos flexionados vanagloriándonos de ser unos sobrevivientes entre estas tierras arrasadas por la indolencia y el desencanto. Estamos desde nuestra torre izando un mensaje que puede leerse desde lejos, tan parecido a las señales de humo que hacían algunos aborígenes para comunicarse de colina a colina: solo una materia etérea, volátil, efímera.

¿Qué pasa si respondo usando frases concisas, con adjetivos precisos y en líneas sucintas?, pues que siempre habrá alguien que lea la literalidad y "sienta" que soy parca, poco demostrativa, que quiero poco, pues... Que digo amar y, ¡de bromita! puedo permitirme un desliz emotivo.

Decir desde el alma, desnudarse...

Las palabras escritas en el muro de Facebook se me antojan como el Amarillo Nº 5, los sulfitos o el Photoshop: hacen todo más apetecible...  Y no necesariamente quien se exprese o bien de manera efusiva o bien con precariedad, está diciendo lo que su corazón contiene. Solo leemos ideas y le ponemos el tono que consideramos es.

Muchos usan Facebook como un muro para exponer... sobre el Día del Árbol, sobre las deudas de afecto que deben a los seres queridos ausentes, sobre la prescripción médica de "el amor adminístrese por gotas y sea precavido". 

Tal vez yo uso Facebook más bien como una muralla: el voyeur que saliva con la exhibición ve poco y dentro nadie sabe, de verdad, cuántos corredores hay. Quizá mi amor tiene contraseña y un firewall estricto. Y sí, me contengo, guardo lo mejor de mí para el contacto cara a cara, para la mano estrechada, para el abrazo sentido y con sonrisas.