-

-

enero 02, 2016

¿Se queda la vida en agendas viejas?



Decidí deshacerme de mis agendas viejas. Las dispuse sobre la solitaria cama de mi hijo y jugué a cerrar el círculo de esos registros diarios. No podía tan solo ponerlas en el cesto de la basura y ya. Quise releerme en el pasado.

La primera de 1998 cuenta que vivía en La Carlota, trabajaba en Relaciones Internacionales y escribía notas sobre qué cosa debía recordar M. decirle a la Sra. C. En enero anotaba sobre desintoxicación y ejercicios, apuntaba recetas y series que cumplía hasta que me aburría, es decir, muy pronto. Destaca una nota escrita como apurada y en diagonal: "Comprar el cd de Fela Anikulapokuti y el de Nusrat Fateh Ali Khan". Me detengo y recuerdo que nunca los compré, nunca los tuve.
Voy a Youtube y la música aligera mi teclado [https://www.youtube.com/watch?v=D9Ui2deAKr8]. 

Para el 98 compraba enciclopedias y las pagaba por partes. Destaca un largo espacio con el nombre y la dirección de la costurera que me hizo el vestido de boda de mi amigo F. Están especificados el tipo de tela y los metros. Voy al Face, F. sigue casado, tiene dos hijos, está viviendo en España.

Veo solo cifras en miles. Allí había un valor, pienso, y decido no calcularlas a los bolívares corrientes de hoy. Me digo que mi objetivo es revisar y sacar esos recuerdos bonitos del pasado. Sin embargo leo que para julio en Italcambio la compra del dólar estaba en 588,75 y la venta en 590,00. Leo que compré acciones Clase C de la compañía a Bs. 1.546,75 cada una. En agosto apunto citas porque deseaba cambiar de colegio a mi chamo, también buscaba apartamento con un crédito de LPH. Sonrío. Lo conseguí a través de una entidad extinta, "La Vivienda". Siento satisfacción y esa sensación va de la mano del recuerdo del recibo de pago que recibía en mi trabajo y de la vida entretejida entre el esfuerzo y el mérito.

En la agenda del 99 detallaba las claves de las bases de datos que usaba en la oficina. Mi salario diario era de Bs. 20.640. Un miércoles vendimos el Wrangler negro y en el espacio inferior apunto con una letra distinta y entre comillas, la última palabra: Mercadeo Corporativo caput
Listaba los números del ICQ de mis amigas, y río sonora, exclamando ¡Aiciqiuuuu! Siento que he ido a la prehistoria y, obviamente, el impulso "moderno" me hace chequear, rigor necesario, el WhatsApp.

Sigo. Ocupé una hoja con lo más resaltante de la reunión sobre el Plan Estratégico 00-04. Tenía 3.364 acciones de la corporación. Veo en letras de molde "Laparotomía y tres semanas de reposo". Hay un símbolo grande de "check", había conseguido colegio nuevo para mi chamo. En la hoja del sábado y domingo escribí detalles de la dieta cronométrica. Ahí me cuestiono si tendré problemas serios con mi peso y no lo he concienciado. ¡Oh, qué curioso esto! Sigo.
Una nota chiquita me recordaba comprar la Absolus Contour de YSL. ¿Existirá esa crema hoy? No me imagino el precio. Sigo.
Enmarcado leo que el crédito para el Toyota fue de Bs. 1.467.500. Recuerdo que fuimos a almorzar el día que nos lo entregaron. Mi hijo estaba más feliz que nosotros. Llego al directorio telefónico lleno de nombres de gente del trabajo. Caigo en cuenta que la mitad, al menos, está fuera del país. Leo una nota al final, en algo que, quizá, iba a ser el comienzo de otro poema abortado: "Ha llovido mucho".

Para la agenda del 2000 todo era Inteligencia Competitiva. Compraba 2 puestos en el Cementerio del Este. Anotaba el nombre del primer y único día de un taller de poesía en el Celarg con "un poeta" (EL) que explicaba que solo íbamos a leer y analizar "su obra". 
En junio asistí al 1er. Simposio de la Sociedad Internet en Venezuela (Hotel Eurobuilding). Anotaba que debía resolver lo del fideicomiso en el Banco Unión en la esquina El Chorro. En agosto apuntaba que a las 10:14 am pasábamos el 1er. peaje para entrar a Anzoátegui y a las 5:10 pm. pagábamos el 6to. entrando a Bolívar, rumbo a La Gran Sabana. En noviembre vi a Joaquín Cortéz y cada cuota de la póliza del seguro del carro era de Bs. 188.840.

Por momentos doy palmadas a ritmo con la música. Pienso que debo tener algo más allá pasado el Mediterráneo de mi padre, dada mi afición a esos cantos qawwali. Tras cada hoja, pagos, recordatorio de cumpleaños de mis amigas, encuentros memorables en direcciones desconocidas y anotadas a lo venezolano. Registro hasta recados que deben ir de una sonrisa a otra, muchos divertidos, otros encriptados, supongo ahora. La cotidianidad en negro y azul. Sonrío con ternura.

Para enero de 2001 tenía entradas VIP para ver a Rubén Blades y Maná. Renuncié. Me mudé al lugar de mis planes y sueños. Comprábamos en JVG y 15 debían ser las cajas de cerámica. Un sofá de tres puestos en la Mueblería Europa Mobil costaba Bs. 908.000. Por el mercado pagaba Bs. 83.000. En FondoComún pagué 500 mil bolívares para obtener 673$.  Mi mamá viajaba a Milán por Alitalia y el vuelo puntual salía a la 1:30 de la tarde. Anotaba de la carta a entregar a Alfredo Peña que era alcalde, luego apuntado el día que me recibió en su despacho de la antigua gobernación, Ramón Muchacho, su secretario privado.

En la agenda del 2002 apunté el evento de "Competitividad contra viento y marea" de Venezuela Competitiva en el Caracas Hilton. Recuerdo que sigo a Gerardo Perozo en Twitter, pero no lo tengo en Facebook. Leo que digitalizar una foto tamaño carnet costaba 7 mil bolívares. Llego a septiembre y con un asterisco la frase: Jurado del Primer Concurso de Graffiti. Fue en el llamado CSI, en la Plaza Central y organizado por la Fundación Cultural Chacao. 
Un viernes de noviembre anoté: "Nació en agosto, es un Golden Retriever." Llegó Otto, mi amor perruno.

En enero de 2003 leo que pesaba 63 kg. Insisto en la curiosidad con el peso. Me digo, tema pendiente. En marzo a mi hijo le dio conjuntivitis y anotaba ir a la farmacia San Andrés a comprar Gentalyn, solución salina y el Diován para mi mamá. Leo que hacerse un perfil 20 costaba 10 mil bolívares. Compraba en EPA un cuñete de pintura, 8 kg de comida para Otto y tres litros de aceite para el motor del carro. En octubre destaco que reinauguraban La Estancia. Me pregunto ahora, porqué la importancia y no recuerdo nada especial de ese evento. Veo pegado un anuncio de Seguros La Previsora que ofrecía 5 millones en gastos médicos y servicio funerario opcional.

Paso al 2004. Recuerdo que esa agenda decidí comprarla de Mafalda para disfrutarla con mi hijo que estaba más grande. En febrero mandaba una carta a Fundapatrimonio. Luego reclamaba el mal servicio de DirecTV y anotaba nombres, cargos y extensiones a llamar. Dibujaba una carita feliz al lado de la nota del día: "Taller en blanco" Eugenio Montejo. Una de las experiencias más tiernas asociada a la poesía y su creación. Invaluables esos dos días.
En Semana Santa y Carnavales íbamos de carpa a Cuyagua, Playa Paraíso, Playa Colorada, nos quedábamos en la finca de nuestro amigo M. en Barinas. En agosto recorríamos Lara y nos quedábamos en Buenos Aires, más arriba de Humocaro Alto.
Leo que un sábado fui a teñirme el cabello y me doy cuenta que siempre usaba el mismo tono de tinte Koleston (ese número y nombre se ha repetido en las anteriores agendas en algún momento). Hay muchos datos recurrentes, como que hacía mercado siempre en dos, los mismos supermercados, siempre.

Voy pasando hojas con pagos, citas al ginecólogo, al pediatra; saldos de las tarjetas anotados en rojo. Pienso qué gráfica yo. En agosto pesaba 59 kg (sonamos, diría Mafalda) y la lancha a Cayo Paiclás costaba 45 mil bolívares y por 20 mil comíamos "Vuelve a la vida", ostras y tostones. 
En el cuadro del domingo 19 de septiembre leo: "Muerte de mi tío Manuel". 

Me detengo y digo no. Asesinato de mi único tío, como si quisiera corregir a la que escribió llorosa esa nota. Respiro y salen de mi memoria, impertinentes, la reacción de mi mamá, el llanto desconsolado de mi primo más risueño, el dolor de toda mi familia. Manuel de Jesús, como le decía su hermana querida, tenía 79 años y vivía solo en su casa en la vía hacia Río Chico. 
La desazón se asomó en un simple pedazo de hoja. Cierro. 
No es esto lo que deseo hacer. Me pregunto de dónde se salió esa melancolía tan de golpe, pero no, en verdad ha sido progresiva... La vida transformada durante mi revisión de agendas. Me doy cuenta de todo lo que he perdido, todo lo que muchos como yo vemos hacia atrás y constatamos como solo vacíos. Todo el mérito, el esfuerzo, el trabajo digno y sus recompensas venidas a solo recuerdos apuntados en una agenda descartable.

Decido no seguir con esto. No hay sonrisas tiernas al voltear de hoja a hoja. 
Me cuestiono qué importancia tiene hacer limpieza en 1º de enero si todo el basural de emociones duras están, como en ciertas películas, arrumadas en una habitación, que al abrir la puerta, saltan y te cubren toda.
Soy parte de una familia escindida de múltiples formas. Además me reconozco como una sobreviviente en mi país.

Llevo agenda este año, sí, pero una donde contribuí con ideas de empoderamiento.
Sigo, seguimos adelante.