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noviembre 11, 2017

Tras una ventana





Hay historias que nacen a través de una ventana. Se cuela la luz adentro y con ella, el suspiro de alguien que mira la vida pasar, mientras, a la vez, hay alguien afuera que atisba una sombra y vuelve a otear hacia ese cuadrante en la oscuridad.

Desde el exterior se siente el viento, el sol tímido y la cotidianidad que danza en la vereda. Quien desde afuera observa se pregunta cómo será la historia que se vive allí, puertas adentro. En el interior de esa casa, aquella que también mira se pregunta qué buscará ese insistente vistazo en su impertinencia.

¿Se vivirá allí oculto del ritmo perezoso de las horas en una vida descolorida, sin emociones?, piensa el viandante.

¿Qué tanto se disfruta la vida que transcurre bajo el sol, con el viento alborotando cabellos en la insistencia de esos ojos curiosos que persisten en mirar?, susurra la vocecita diez pasos atrás, alejada de la ventana.

La mañana va pasando. Se oyen los pasos del caminante en la acera. El silencio continúa en aquella casa a oscuras.

Hay vidas que se mantienen tras un cerrojo. Hay buscadores de historias, trashumantes e inquisitivos. Solo hace falta atrevimiento y un toque firme de nudillos a la puerta. Lo interesante es pasar más allá del contraste entre luz y oscuridad.