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enero 27, 2018

Frente al espejo

La niña descolgó el espejo cuadrado al lado de la cómoda. Su madre lo usaba para mirarse el cabello; lo tomaba y se ponía de espalda al gran espejo del tocador, así lograba ver el estado de su pelo por detrás. 
La niña, entonces, tomó el espejo y fue al baño. Se paró frente a su reflejo y alzó el cuadrado extasiada de ver la sucesión de espejos en el espejo. Era como si se metiera a toda velocidad en un túnel reflexivo. Intentaba ver hasta dónde más podía verse. 
Sentía que casi se mareaba. Era una sensación maravillosa ver cómo los cuadrados iban encadenándose uno tras otro construyendo una vía que parecía eternizarse.
La niña por momentos alzaba la vista de ese hipnótico instante y se miraba. Era como si quisiera constatar que todavía estaba allí, detenida en el tiempo, en el baño de su casa, en la niñez que la salvaba.
El juego con el espejo, la niña lo hizo por mucho tiempo... Hasta que creció y quiso descubrir quién, de verdad, era esa, la del reflejo.